Todo empezó en aquella extraña noche sin luna, cuando me desperté sobresaltada por el ruido de un motor. Me levanté torpemente y fui hacia la ventana; no quería que me viesen, así que simplemente asomé la nariz. En la espesura de la noche, pude distinguir su rostro, tan hermoso que me parecía irreal. Él bajó de la moto de un salto y corrió hacia el patio trasero, estaba pensando que no me había visto hasta que se le escapó una risotada silenciosa y canturreó por lo bajo: - Estaría muy ciego si no distinguiera tus preciosos ojos desde aquí- .Inmediatamente me ruboricé tanto que debía parecer un tomate.
Intente volver a dormirme, como no lo conseguí, me puse unos vaqueros rotos y un jersey azul azabache. Bajé a zancadas las escaleras casi estrellándome contra el frío suelo. En cuanto crucé el umbral de la puerta a toda prisa, me topé de lleno con sus fornidos brazos, él me propinó un buen puñetazo en el hombro, me mordí la lengua para no soltar otra de mis exclamaciones de dolor y claro, pareció haberle echo mucha gracia la mueca que debí poner, tanto que empezó a reír descontroladamente.
¿Qué te hace tanta gracia?-musité.
¿Pues que me va a hacer gracia, Alex?, ¡Tu careto!-masculló entre risas.
Gaspard Urlk, ¡cállate! – le chille.
Gaspard se sobresaltó por el tono de mi voz, pero tan pronto como vino su crispación me propino otro puñetazo, esta vez más flojo
Quejica -repuso con todo burlón.
El tiempo pasaba tan deprisa cuando estábamos los dos juntos, que no nos dimos cuenta de que estaba amaneciendo asta que desde mi casa se escucho:
¡¡ALEXANDRA!! , por supuesto, era la voz de mi madre. Me despedí de Gaspard con un buen codazo en las costillas.
Nos vemos en clase- le susurré mientras corría hacia el porche.
Nada más entrar en mi casa mi madre me recibió de brazos cruzados en el hall.
Alexandra María Russó ¿se puede saber donde has estado toda la noche?- me pregunto mi madre, estaba inquieta, no dejaba de mover el pie arriba a bajo, arriba abajo…
¿Alex? , ¿Sé puede saber que te pasa niña?- me insistió.
Nada mamá, estaba pensando…-contesté, pero mi voz se fue desvaneciendo con forme lo decía.
Esta chica siempre en las nubes –dijo mientras se iba hacia el salón.
Se oía la televisión desde el hall donde me había quedado de pie, como una estatua, pensando en mis cosas: pensaba en Gaspard, ese chico con el pelo cobrizo y los ojos color verde como esmeraldas. Rápidamente evité pensar en eso, no tenía ganas de quedarme empanada pensando en él… así que cogí mi mochila, miré el reloj de la cocina. ¡Mierda! Llegaba tarde, otra vez, el señor Cork no me dejaría entrar en la clase así que empecé la gran carrera. Me tropecé varias veces y el pantalón se me rajo aun más, el claxon de la moto de mi amigo me asusto pero pronto me subí a la parte trasera de esta y me aferré a el musculoso cuerpo de Gaspard. Íbamos a gran velocidad por la carretera, la adrenalina que desprendía mi cuerpo hizo que gritara. Él, río, con su risa cantarina pero varonil, con solo 17 años y tan maduro…
Cuando estábamos ya en la calle del instituto frenó de golpe, las asas de mi mochila se rompieron y esta calló al suelo, formando una fila de libros y papeles desparramados. Yo, me enfadé con Gaspard pues empezó a reírse de mí sin parar.
Recogí los libros metiéndolos en la mochila a regañadientes, la agarré como pude y me marché, indignada. Algo me agarró del brazo y me giró, suavemente, con dulzura. Mis ojos se quedaron perdidos en la profundidad de unos ojos verdes chispeantes, ahora, dulces. Gaspard me tendió un libro, como no contestaba, vagando dentro de sus ojos, lo metió en mi mochila y, se acercó a mí hasta que nuestras frentes se rozaron, sus ojos aún más cerca, no podría resistirlo más, sus labios a escasos centímetros de los míos…
Alex-repuso con dulzura.
¿Qué?-conseguí musitar sin aliento.
Lo siento, soy realmente gilipollas- se disculpo.
Esbozo una amplia sonrisa, tan ancha que vi sus preciosos hoyuelos. Concéntrate pensé...
No pasa nada, ahora…sólo tendrás que llevar mi mochila jájá- la dije entre risas mientras le lanzaba la mochila a los brazos y salía corriendo. Oí su risa, seguida de sus grandes zancadas. Pronto me alcanzo y, me elevo en sus brazos, pensé que corría hacia el instituto, pero en cuando me tubo entre sus brazos giró y corrió hacia la moto a la que me subió tras de si.
-¡Hoy nos tomamos el día libre!-gritó mientras arrancaba bruscamente.
Me agarré fuertemente a su torso. Mi desenmarañado pelo rojo, como el fuego, revoloteaba por la velocidad a la que ibamos.
Paró en un campo, lleno de flores bajo de la moto alzándome, cogió la mochila y me dejo sentada a medio kilómetro de ella, entre las margaritas.
Como de costumbre perdimos la noción del tiempo.
Puf-tirité de frió.
¿Quieres mi chaqueta?- Me sugirió
No...O...o- Tartamudee a causa del frío.
Puso los ojos en blanco, suspiró. Se quito la camisa y me la tendió dejando al descubierto su torso, ahora, desnudo. Me puse la camisa.
Estas muy guapa así-dijo sin dejar de mirarme.
La sangre corrió a mis mejillas dejándolas rojas por completo. Él, no aparto la vista. Me quede con la mirada clavada en mis piernas, no le miraría asta que se me fuera el color de la cara. Me sujetó la barbilla firmemente y así, me alzó la cara hasta quedar frente a sus ojos, una vez más. Se inclino poco a poco hacia mi, cerré los ojos; sentía su aliento en mis labios giro la cabeza lentamente hacia un lado. Cuando el rugir del motor de su moto nos sobresaltó antes de salir a la carrera me apartó diciéndome: quédate aquí, no te muevas.
Yo, como no, me quede allí tirada entre las margaritas deseando aquel beso que se demoraba más y más. Me acurruqué en el suelo y dos lágrimas rodaron por mis mejillas.
Corría por un campo lleno de margaritas, Gaspard me adelanto y siguió la carrera por delante de mi diciéndome ¡corre Alex, corre!, con una nota de pánico en su voz, y yo corría y corría pero no lo alcanzaba, ahogaba gritos de dolor mientras susurraba sin voz mi nombre…
Me desperté entre gritos y sudor, en sus fuertes brazos.
¿Alex?- preguntó algo asustado-¿Estas bien?
Me acomodé entre sus brazos.
Sólo ha sido un sueño- dije, sin prisas.
Tenía la mirada perdida, no sabía a donde miraba, finalmente me miró e intento esbozar su sonrisa más amplia, le mire, suspire y puse los ojos en blanco.
Vale, vale- y esta vez río de verdad- no se me da bien mentir.
No sé por qué lo hizo pero me dio un leve beso en la mejilla en el que apenas me rozó con los labios. Cuando lo hizo una descarga eléctrica me recorrió desde la cabeza a la punta de los pies.
Gracias por esperarme-dijo en un susurro apenas audible.
Gaspard, ¿dónde estabas?- le pregunté.
Miro hacia otro lado, respiro profundamente. Se dio la vuelta para mirarme con una sonrisa.
Vamos a mi casa-dijo esquivando mi pregunta.
Y eso hicimos fuimos a su casa en moto, y, mientras íbamos a toda velocidad en ella, mi pelo dejaba rastros de margaritas en el viento…
Al llegar a su casa abrió la puerta de un golpe y me dijo que lo esperara en su cuarto, yo, subí tímidamente y con un nerviosismo poco habitual en mi. Entré en su habitación, tan desordenada como siempre, y me senté en su cama aguardándole mientras pensaba que me había llevado asta su casa, a su habitación, para decirme que me quería, pronto salí de mi pequeño trance y suspiré largamente, soñar es gratis pensé.
Entro en la habitación de sopetón diciéndome que tenía que enseñarme una cosa muy importante. Trajo una especie de bicicleta llena de cables.
Tachan, es una máquina del tiempo- dijo exhausto de alegría.
Me eche a reír, tanto que luego tuve que pedirle perdón, puesto que le molestó que me burlase de él.
Más tarde comimos en su casa, no era exactamente un buen cocinero, pero no lo hacía mal. Reímos mientras comimos pues se le salió un fideo por la nariz por reírse al tragar.
Sobre las 6:30 después de estar un precioso día con Gaspard volví a casa. Nada más entrar, subí a mi cuarto y allí me tumbé en mi cama nueva, la antigua la había roto Gaspard hacia dos semanas, jugando a hacerme placajes, pobre ,se disculpó como un poseso con mi madre pero, ella insistía en que no pasaba nada que de todas maneras ya era hora de comprar una nueva. Pero bueno, me senté y abrí el libro de historia, empecé a estudiar pues el día siguiente a primera hora tenía un examen sobre esto y no me apetecía nada suspender.
Para cuando me di cuenta me había quedado dormida sobre el libro, sólo eran las 3:30 de la mañana cuando me desperté así que baje a la cocina a comer algo, puesto que no había cenado nada y el estomago me gruñía como si fuese un león.
Me comí una manzana y luego fui al baño a ducharme, necesitaba aclararme la cabeza. El agua fría hizo que entrara en vena así que, salí de la ducha empapada, me puse una simple toalla y empecé a escribir una carta, una carta que no daría nunca a su destinatario.
Me había quedado estancada en una frase cuando de nuevo me apresuré a la ventana a causa de un golpe en esta, asta que Gaspard se ruborizó no me había dado cuenta de que tan solo llevaba una toalla cubriéndome desde el pecho asta por encima de las rodillas, por tanto me tapé con las cortinas aunque por la expresión de Gaspard parecía que la sombra de mi cuerpo a través de mis cortinas blancas, le impresionaba aun más.
Sube-susurré
En lo que tardo en subir me había puesto mi pijama, unos pantalones cortos y una camiseta ancha. Antes de entrar llamo a la puerta, me hizo gracia, pensaría que aun estaba con la toalla.
Pasa-dije en un susurro.
Entro aun sonrojado y se sentó en el borde de mi cama, yo, me senté a su lado con mi mejor sonrisa.
¿Qué haces aquí tan tarde?-le pregunte intentando disimular mi entusiasmo porque estuviera en mi cama, a esas horas.
No podía dormir-repuso con una sonrisa.
Se acercó a mi y me abrazo fuerte
Anda, ¿Y si dormimos un rato?-sugirió.
Mi corazón se desbocó.
Sí, claro-repuse sin más.
Nos recostamos sobre mi cama, y, como esta era muy pequeña estábamos pegados, el uno con el otro. No habían pasado ni vente minutos cuando estaba profundamente dormido. Me incorporé y le rocé la cara con las yemas de los dedos, le dije al oído que le amaba y le besé la mejilla, perdí la noción del tiempo y cuando quise darme cuenta estaba profundamente dormida.
Cuando me desperté, estaba literalmente encima de Gaspard, o, más bien tenía las piernas entrelazadas a las suyas y él, los brazos alrededor de mi cintura.
Alex, ¿estas despierta?-dijo él bastante despejado.
Sí-dije entre bostezo y bostezo
Nos levantamos de la cama con pereza, le obligué a darse la vuelta en lo que me vestía deprisa y corriendo, creo que no tardé ni dos minutos. En cuanto estuve vestida salimos disparados hacia la cocina cogimos cada uno una pieza de fruta y nos fuimos, dando un paseo asta el instituto. Durante el paseo le noté un tanto extraño pero no dije nada, tenía miedo a que se enfadase con migo.
Al llegar se despidió de mi con un empujón y una falsa sonrisa y cada uno se fue a su clase.
En cuanto entré en la clase de historia me senté al lado de mi amiga Jenna, típica rubia un tanto tontita, pero bueno era mi amiga. Me saludó con la mano y yo me fui acercando con una sonrisa, me indicó que fuera rápido a sentarme a su lado que tenia que decirme una cosa bastante importante.
Me gusta Gaspard, le voy a pedir salir-dijo en cuanto me desplomé sobre mi silla.
La sangre se me heló en las venas, y, la sonrisa desapareció de mi cara dejando una mueca de puro dolor. Las lágrimas querían huir de mis ojos a borbotones y mi corazón dejó de latir.
No sabia que debía hacer, ¿tenía que enfadarme y soltarla un buen puñetazo en los morros? ¿O tal vez ayudarla a conseguir a Gaspard? No, no y no eso ni en broma Gaspard era mío, llevaba enamorada de el desde que nos conocíamos, pero también, no podía obligarle a quedarse con migo…Estaba en una encrucijada bien grande, no tenía ni la más remota idea de lo que iba ha hacer así que intenté concentrarme en el examen que tenía delante de mis narices.
Cuando fue la hora de comer Jenna y yo fuimos en busca de Gaspard a la cafetería, él, como siempre esta sentado en la primera mesa con su bandeja y otra, para mi, como siempre. Nos sentamos las dos, ella se sentó al lado de Gaspard algo que realmente me molestó, tenía ganas de soltarla un buen sopapo y decirla que aquel hombre era mío.
La comida pasó lenta, lenta los minutos parecían horas, Jenna no se callaba nunca, tonteaba con él todo el tiempo…él intentaba esquivarla, pero no lo conseguía.
Al terminar la comida no pude aguantarlo más, fui a la clase de Gaspard y le quité el casco con las llaves de la moto, en cuanto estuve subida en ella aceleré al máximo quería huir de todo alejarme irme lejísimos y no volver jamás pero, una pequeña parte de mi siempre quedaría, Gaspard mi pequeño, ¿qué haría yo sin su sonrisa, sin sus ojos sin nuestras charlas…?. Sentí como se me humedecían los ojos pero, no quería llorar, así que reprimí mis amargas lágrimas.
Cuando llegué al límite del camino, en donde empezaba el bosque deje la moto y el casco tirados allí y corrí hacia el bosque, no deje de correr asta que alcancé nuestro lugar secreto, unas pequeñas ruinas de una antigua casa de piedra donde el techo estaba cubierto de enredaderas. A partir de ahí no recuerdo nada mas con claridad sólo que Gaspard acudió a buscarme, se enfado muchísimo porque le quité la moto.
Maldita sea Alex. ¿Por qué has tenido que hacer eso?¿no podías haberlo pedido?, eres idiota.- me chilló
Gaspard…por favor compréndeme…estaba mal porque….-dije intentando disculparme.
¡Cállate ya!-me chillo fuera de si.
Entre lágrimas y sollozos corrí en dirección a la carretera sin darme cuenta, para cuando alce la vista solo me dio tiempo a ver la cara de espanto de Gaspard y unas grandes luces acercándose a mi, luego, vino el dolor.
Caía y caía en un pozo sin fondo solo oscuridad y dolor es lo único que puedo recordar de esa enorme pesadilla…
Desperté en una habitación blanca, no era la mía, hace tiempo que había pintado las paredes de mi cuarto de color verde. Era una habitación brillante, las sabanas que cubrían la cama eran blancas. Al intentar levantarme descubrí que estaba enchufada a multiples aparatos, cosa que me pareció extrañísima. Pronto me di cuenta de que estaba en una sala de hospital no sabía muy bien porque así que intenté hacer memoria, para concentrarme miré a mi alrededor y le vi tendido en la cama con vendajes y suero, sólo entonces, los recuerdos llegaron a mi desbordados.
La pelea con Gaspard, su cara de espanto al ver aquel coche encima de mi y luego un cuerpo empujándome…lo demás…sólo aquel pozo sin salida.
Intente incorporarme pero, un dolor intenso me recorrió de arriba a bajo, aun así me levante como pude y paso a paso llegué hasta Gaspard. Le acaricié el rostro con cuidado mientras sollozaba y lamentaba todo aquello, abrió los ojos de sopetón, intento saludarme pero con un gesto le pare y poco a porco empecé a disculparme como una loca.
Lo siento, de verdad no pretendía aquello, pero ¿por qué te lanzaste encima de mí?
No respondió y de repente puso los ojos en blanco y chilló, la maquina a la que estaba conectado empezó a pitar…
Si saber que hacer me tiré al pasillo, olvidado por completo lo entumecido y dolorido que tenía el cuerpo.
¡¡¡ENFERMEEEERAAAA, SOCORRO, AYUDA!!!-grite todo lo que pude desde el suelo, a la vez que intentaba incorporarme aparecieron médicos por todas partes, y aunque me pidieron que me estuviera quiera que si no me tendrían que echar de la habitación, me movía de un lado para otro.
Se va a morir….doctor haga algo por el...se va a morir-repetía una y otra vez.
Dos enfermeras saltaron sobre mí y me tumbaron en la cama, yo me intente escapar y no dejaba de forzarme para ir a ver a Gaspard.
Sentí el frío de la aguja en mi brazo y me revelé chillando y moviéndome sin parar.
Todo se va a calmar ya tranquila-dijo una enfermera un poco mayor pues ya mostraba canas en su rubio pelo.
Y de pronto me relaje tanto que me quede dormida, pero a lo lejos mis oídos captaron una frase que se quedaría para siempre en mi memoria.: -Esto no pinta muy bien…-
Al haberme resistido tanto al calmante sólo que me quedé inmovilizada pero escuchaba todo lo que decían no recuerdo exactamente las palabras pero algo le pasaba a Gaspard.
Horas después me levante, giré instintivamente la cabeza hacia el lugar donde había visto a Gaspard por ultima vez...las lágrimas corrieron a mis ojos cuando la cama de al lado estaba vacía. Corrí hacia recepción.
Disculpe en la habitación 304 b, había un chico, ¿sabe donde lo han llevado?-dije muy nerviosa.
Cariño, lo lamento mucho pero ese chico se ha ido…-dijo la enfermera muy amable.
Gracias-conseguí musitar antes de echar a correr.
Me fui del hospital sin preocuparme de nada, ni de mi ropa ni de lo que me pasaba para estar allí…sólo corría y corría en dirección a la casa de Gaspard. Al llegar me lancé contra la puerta y la aporree con todas mis fuerzas chillando su nombre al viento. Nadie abría, y en un intento desesperado por abrir la puerta me lancé sobre ella con todas mis fuerzas, sentí como el hueso de mi hombro se torcía, mierda – pensé me había dislocado el maldito hombro, pero a pesar de esto sonreí pues la puerta había caído a mis pies.
Conocía la casa de Gaspard como la palma de mi mano e inspeccione toda la casa dejando para lo ultimo su habitación temiéndome lo peor, abrí la puerta con cuidado después de respirar profundamente varias veces.
Cuando miré dentro me quede helada, la habitación vacía y sobretodo fría. Me derrumbé en su cama echa un ovillo sollozando y evocando su sonrisa perfecta.
Las horas pasaban y yo seguía allí en su cama muriéndome por dentro gota a gota pensando en mis cosas pero, no me había ido del hospital hacia horas mi madre, mis hermanos… me levante a la velocidad del viento fui asta mi casa bosque a través, al llegar llame a la puerta cabizbaja. Mi madre abrió la puerta me miró con los ojos rojos, había estado llorando y me pego un buen bofetón en la cara y yo me quede quieta con la cara girad a causa del golpe, dolorida.
Entra en casa- dijo con la voz quebrada.
No la dirigí la palabra nada más entrar en el hall mis dos hermanas pequeñas me abrazaron con todas sus fuerzas.
Alee!estábamos preocupadas!- me dijo Holly.
¡Quita no acapares a Ale que eres una plasta!- reprocho Hailin.
Las aparte como pude y las dije que me llamaran a la cena ellas asintieron y volvieron a discutir por a cual quería más de las dos, me quede mirándolas un momento, pensando en que no eran exactamente iguales, todo el mundo que las miraba decían que eran como dos gotas de agua a ellas les molestaba, me molestaba incluso a mi cuando las confundían, pues estaba clarísimo quien era quien.
Holly y Hailin eran rubias, como mi madre y con los ojos verdes de mi padre, ya rondaban los 10 años, no habían conocido a Robert, mi padre… pues murió cuando ellas tenían apenas unos meses, en un accidente de coche. Rápidamente me deshice de esos pensamientos y subí corriendo las escalares asta llegar a mi habitación. Me puse el pijama y me senté en el alfeizar de la ventana para ver las estrellas.
Alex, ¡a cenar!- chillo mi madre.
Baje a la cocina y me senté a la mesa, mi madre nos sirvió la cena la cual devoré como si no hubiera comido en días y días.
Después de cenar iba a subir a ducharme pero, mi madre me paro y me llevo asta el salón.
Alexandra, ¿cómo has podido hacerme esto?-dijo mi madre, dolida.
¿El qué se supone que te he hecho?-respondí pensativa.
Alexandra te atropello un camión y, hubieras muerto de no ser por Gaspard Urlk que se metió por medio y te empujó lejos. Has estado una semana en cama sin levantarte, tus hermanas han tenido que quedarse en el pueblo de la tía toda la semana y a la primera de cambio coges y te vas si decir nada no tienes nada pero no te despertabas podrías haber muerto...-se le quebró la voz y comenzó a llorar.
Mamá, tranquila no pasa nada estoy bien, lamento mucho haberme ido sin avisar pero tenía que hacer una cosa urgente mamá…respira hondo.- la dije intentando tranquilizarla.
Vete a tu habitación por favor y no salgas hasta mañana- dijo en un susurro.
La deje en el salón tapándose la cara con las manos y aun sollozando. Y yo, llena de remordimientos subí lentamente la escalera, jamás se me había echo tan larga.
Al llegar a mi habitación la cama estaba desecha, y yo no había sido puesto que no me había sentado en ella, me asusté e instintivamente agarre la raqueta de tenis que tenía detrás de la puerta encendí la luz, la raqueta se calló de mis manos y los ojos se me humedecieron.
Gaspard-dije sin aliento.
Corrí asta él y le abracé con todas mis fuerzas ya llorando. Él me devolvió el abrazo y me acarició el pelo mientras musitaba: -tranquila, shhh y me mecía entre sus brazos.
Gaspard-musite incorporándome para mirarle a la cara.
¿Qué?- preguntó.
Dime por qué lo has hecho- le insistí.
¿Qué por qué?, Alex… porque te quiero, porque sin saberlo me he enamorado de ti.-dijo mirándome a los ojos
Esas palabras entraron en mi cabeza llenando todo mi ser de luz, tanto que, me sentí completa.
Él quito una lágrima que ya corría por mi mejilla se acercó y me beso.
Fue un beso apasionado un beso con amor y con furia, un beso con desesperación, el beso que los dos tanto ansiábamos, nos fundimos como uno solo en ese beso y juntos permanecimos hasta quedarnos completamente dormidos.