Este pequeño relato trata de aquellos días que me marcaron para el resto de mi vida:
Aquella noche de Enero todo cambió en mi vida; estaba sentada en mi sofá viendo la tele con mi mejor amiga; Mi familia y yo habíamos ido esa noche a cenar fuera pero me llevaron pronto a casa porque iban a pasar la noche con mis tíos de California y yo preferí quedarme en casa e invitar a una amiga a dormir, Jacqueline o como yo la llamo Jacky. Estábamos viendo una película de miedo, por lo tanto estábamos asustadas; "El asesino está abriendo la puerta cuando de repente..." El teléfono sonó y se me helo la sangre en las venas, tener miedo es algo que odio por encima de todo pues me parece estúpido e infantil tener miedo por una película pero en fin...Me levante de un salto y lo cogí, era Aurora la madre de Jacky le pasé el teléfono, se pasaron un buen rato hablando mientras yo picaba algo. Volvió junto a mi con la sonrisa apagada y cabizbaja.
¿Qué pasa?- pregunté.
Me tengo que ir Edith-musitó.
Pues nada vete tranquila que no pasa nada.-dije secamente.
Me fastidió muchísimo aquello pero pensé que podría llamar a Hugo.
Descolgué el teléfono y marque aquel número el que tiempo atrás tanta vergüenza me había dado.
¿Diga?-Contestó una voz conocida.
¿Eres Hugo?-pregunté temerosa.
Yo sí y tu Edith-dijo seguido de una carcajada-Pero bueno dime qué querías.
A qué mira estoy sola en casa porque mis padres se han ido y acabo de ver una película de miedo, y…tengo miedo-reconocí.
Él se rió por lo bajo y me dijo que estaría encantado de venir.
Muy bien pues hasta ahora- contesté y colgué el teléfono.
Subí a mi habitación como el alma que lleva el diablo y me cambié. Me puse mi pijama de ovejitas tan bonito; en ese momento el timbre sonó y baje casi rodando las escaleras, me mire un momento al espejo de la entrada; perfecta pensé.
Abrí la puerta cautelosa y él apareció con una rosa en la mano.
Hola-dijo con su gran sonrisa.
Hola, ¿y esa rosa?-pregunté.
Pues es roja, tu preferida, ¿no?-dijo confuso.
Em, si, tranquilo-contesté.
Hugo fue al sofá mientras yo dejaba aquella preciosa rosa metida en agua.
Al llegar al salón me senté junto a él y me paso el brazo por la cintura.
Estuvimos viendo la tele un rato corto me gire para ver que hacia y me estaba mirando fijamente.
Me quede mirando sus ojos perdida en ellos volaba y volaba dentro de sus ojos marrones, nos acercamos más y más hasta que nuestras narices se rozaban, me acerqué a su oído y mientras le susurraba que me encantaban sus ojos él me besó levemente los labios.
Pero, Hugo ¿qué haces?- conseguí musitar.
Shhh, calla- respondió.
Seguimos más y más tiempo comiéndonos con los ojos mientras él se acercaba poco a poco, lentamente.
En ese momento no hizo falta hablar pues con una sola mirada todo se dijo en ese instante, yo sabía que el me amaba y él que yo lo necesitaba.
Me enredaba en su pelo mientras él me besaba levemente…
Te quiero- le susurre.
Y yo-contesto con su hermosa sonrisa perfecta.
Edith, solo quiero que sepas que ahora, estamos juntos y que no voy a dejar que te pase nada nunca-me dijo muy serio.
Claro-respondí.
Las horas se pasaron tan rápido que no me dio tiempo de saborearlas, la puerta se abrió y mis padres aparecieron en la puerta de mi habitación en el mismo instante en el que Hugo se había metido en el baño de mi cuarto...
Me voy a duchar ahora bajaré a desayunar, hasta ahora- dije con el corazón en el puño mientras les cerraba la puerta en la cara.
Abrí la puerta del baño cautelosa.
¿Se puede?- pregunte algo tímida.
Sí, pasa- respondió.
Al abrir la puerta me cogió en brazos y me elevo hacia el cielo.
Mi pequeña estrella ¿qué tal has dormido?-me dijo sonriente.
¡Hugo!, que estás mis padres.-le reproché bajito.
UPS- rió alocadamente.
¿Crees que podrás huir por la ventana si que mis padres te pillen?-le pregunte
Sólo me voy si me prometes que en cuanto desayunes te vienes conmigo el resto del día ¿qué dices?-me propuso con su voz de niño.
¡Chantajista!, claro que voy pero espérame- contesté.
Me besó antes de bajar por la ventana casi matándose mientras se agarraba al canalón.
Me duché casi en medio minuto, me puse el vestido morado, mi favorito y bajé a desayunar. Mis padres me esperaban sentados a la mesa.
Esta noche me voy a quedar en casa de una amiga a dormir.-Dije mientras me metía una tostada en la boca.
Bueno, ya veremos Edith.- reprochó mi padre.
Con la tostada en la boca me marché corriendo hacia la puerta trasera donde Hugo me esperaba.
¡Estás guapísima!- dijo en cuanto salí por la puerta y se quedo mirando me arriba a bajo unos minutos.
Me puse roja de inmediato y terminé de tragar los últimos trozos de tostada a regañadientes.
Bueno vayámonos, ¡nos espera un gran día!- casi grito de emoción.
Me dio la mano y comenzamos a caminar. Aquello, me llenaba de vida, pues yo bebía de todas sus sonrisas y miradas como aquel que vive del agua.
En esos momentos me sentía la persona más feliz del universo, la persona más afortunada, todo era perfecto con Hugo a mi lado riendo.
¿Quieres que nos sentemos debajo de aquel árbol?- me propuso de repente.
Le miré indecisa, él se tomó aquella mirada como que estaba cansada y se encaminó hacia allí tirando de mi con fuerza.
Me hizo recostarme sobre el mientras me acariciaba el pelo en ese momento mis tripas rompieron el silencio, y para rematar Hugo empezó a reír tanto que se le saltaban las lágrimas; empecé a sentirme avergonzada.
Anda, vámonos a merendar que no has comido nada- dijo antes de que el color corriera a mis mejillas.
Iba a protestar pero mis tripas me delataron provocando de nuevo la risa disimulada de Hugo.
Entramos en el primer bar que encontramos y me invitó a comer, aunque al principio me negué.
Habíamos estado tanto tiempo que al salir del bar-restaurante ya había anochecido. Yo esperaba fuera mientras Hugo pagaba.
¡Guapa!, ven a estar un rato con nosotros, te lo vas a pasar bien- dijo un chico moreno mientras sus amigos se reían.
En ese momento salió Hugo me dio la mano y nos encaminamos hacia la calle.
¡Deja a ese inútil y ven con nosotros belleza!- instó el chico.
Hugo apretó el puño con fuerza y respiro hondo varías veces.
¡No sabes lo que te voy ha hacer como te pille pelirroja!- río el muchacho.
Hugo se dio la vuelta y se lanzó sobre el a puñetazo limpio. El miedo me paralizó por completo cuando vi como los otros cuatro chicos se acercaban a ayudar al amigo en el suelo armados con puños y palos.
En ese momento salí corriendo hacia ellos; les empuje, escupí, mordí…
Dos de ellos me sujetaron los brazos y me obligaron a ver como entre los otros tres pegaban una paliza mortal a Hugo, les suplique no sin lágrimas en los ojos que le dejarán que les daría lo que fuera pero que lo soltaran.
Cuando se apartaron de él, le pude ver en el suelo destrozado, medio muerto e insconciente; me solté de los chicos como pude y casi volé hasta él pero, en medio del camino me topé de lleno con un pecho duro y frío, caí hacia atrás y cuando me levanté algo aturdida los cinco me rodeaban amenazadoramente.
¿A dónde ibas guapa?-exclamo el más grande y fornido de todos, los demás le rieron la gracia.
Dejadme en paz ya habéis echo lo que queríais ahora ¡fuera ya!- grité desesperada.
Rieron y cerraron el círculo mucho más; dos de los que tenía detrás me sujetaron hasta hacerme daño, el más grande rasgó mi vestido hasta la cintura no paré de chillar hasta que uno de ellos me tapó la boca.
Tranquila si te va a gustar preciosa-río el que estaba enfrente de mi bajándose los pantalones.
Se acercó a mi rompiendo mucho más mi vestido, patalee y le mordí la mano al que me tapaba la boca, chillé tanto que el dueño del restaurante salió a ver que ocurría y los chicos salieron corriendo.
Me arrastré hasta Hugo como pude, le abracé y suplique que no le pasara nada; pocos minutos después la ambulancia apareció y nos llevo a los dos al hospital más cercano, en el trayecto me quede dormida abrazada a él.
Cuando desperté estábamos los dos en una habitación del hospital el uno junto al otro, me levante de un salto y me acerqué a él. Le acaricié el rostro con la punta de los dedos sollozando, tenía la cara destrozada y estaba tan pálido, en ese momento despertó mirándome con sus ojos cansados me sonrío todo lo que su maltratada cara le pudo permitir.
¿Estas bien?- pregunte nerviosa.
Sí, tranquila-respondió en un susurro.
Tiro de mi para que lo abrazara y me besó con furia y pasión, con tristeza, con cariño. Me besó como si fuera el último beso, nuestro último beso. Me abrazó tan fuerte que hasta el último hueso de mi cuerpo crujió.
Edith-dijo en un susurro apenas audible.
Dime, ¿necesitas algo o qué?-dije preocupada.
Te quiero y siempre lo voy ha hacer porque, eres el amor de mi vida y lo mejor que me a pasado. Te amo Edith- Se le acabó la voz al terminar de pronunciar mi nombre y cerro los ojos poco a poco.
Estará cansado pensé, al poco rato le zarandee quería decirle unas cosas importantes. No se movía y estaba tan frío…
¡NO!- chille- Hugo por favor no me hagas esto por favor, te lo suplico por favor no, Hugo…
Al día siguiente vestida de negro y con lágrimas en los ojos, fui a despedir al amor de mi vida para siempre. Se fue lejos, para no volver más. Me sentí sola, fría incompleta me sentía tan estúpida…
Sin él ya nada tenía color y en su ausencia mi mundo gris se volvió gris, a veces el aire me traía recuerdos de su olor y el viento jugaba con su risa en la distancia.
Y un buen día cogí un folio y en el escribí esta historia para que el mundo la sepa, para que aquellos que aman me entiendan y para desahogarme.
Que todavía recuerdo aquellas últimas palabras y el sabor del último beso con el que Hugo selló mis labios que no volvieron a sonreír jamás.
lunes, 2 de marzo de 2009
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Buén relato, Yari, me ha llegado.
ResponderEliminarEs...profundo, me gusta. Puede que me ayude, incluso. De dónde lo has sacado? es tuyo?
Es genial
Claro que es mio,que esperabas?, jajajjaja
ResponderEliminarO.O yaaari.
ResponderEliminarQué preciosidad T.T
Acabo de encontrar tu blog y ya soy fan incondicional :D
Te quiero pelifuega.
Sencillamente me encanta.
ResponderEliminarHe lagrimoseado un poco, en serio.
Para que luego digas que no sabes escribir, artista!
Aquí tienes un fan de tus historias, que lo sepas ^^.